11 mayo 2008

SOPA AROMÁTICA

Después de ver la sopa italiana de acelgas y salchichas de Leborin, prometí que sería la siguiente que probara en cuanto esta primavera loca me lo permitiera.
Buscando simplificar y adaptar a las costumbres de mi casa, suprimí las salchichas, que no dudo darían un gusto muy especial. El siguiente cambio vino un poco rodado. No me entusiasma el apio, pero estaba dispuesta esta vez a probar, ya que me imaginaba una sopa intensamente olorosa y pensaba le iría estupendamente. Sin embargo, importado no lo encontré y en el mercadillo del agricultor menos aún. Allí mismo cambié las acelgas por espinacas que tenían mucho mejor aspecto y me hice con el resto.

Finalmente los ingredientes:
  • Cebolla
  • Ajo
  • Puerro
  • Zanahoria
  • Espinacas
  • Papa
  • Judías blancas
  • Aceite de oliva
  • Sal, Pimienta roja y negra
  • Buen vino blanco y tomillo
Rehogué media cebolla con un ajo picado menudo, dos zanahorias en trozos, un puerro en rodajas, una papita en cuadrados menuditos, sal, pimienta, y tomillo. Añadí buen chorretón de vino, hasta casi cubrir las verduras y dejé a fuego fuerte para evaporar el alcohol. Completé de agua –se me había olvidado que no quedaba caldo en el congelador – y dejé hacer hasta que la zanahoria estuvo guisada pero resistente. En este momento añadí las hojas de cinco o seis ramas de espinacas bien lavadas y cortadas bastamente, y medio bote de judías blancas guisadas, lavadas bajo el grifo. Otros cinco minutitos y ¡listo!

La sopa… ¿cómo describirla?… Suavemente intensa, delicada, deliciosamente aromática y muy, muy sabrosa. Pidieron más y más, y hasta darle un lugar en los fijos de esta cocina. ¿Quién da más con menos? Es perfecta también como sopa de veranos suaves como éstos y me prometí otro día probarla con salchichas aunque fueran alemanas. Y la probé con salchichas frescas pero... definitivamente me quedo con la vegana.


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